Un deseo: Que, el fuego sagrado compartido siga ardiendo. Mientras así sea, seguiremos haciendo sacrificios a nuestro dios. Un altar, le hemos hecho, para seguir adorando a quien nos ha elegido, sin saber muy bien qué ha visto en nosotros para, ofrecernos el regalo sobrenatural de su presencia. Mejor será que Virgilio lo diga en nuestro lugar: ” Deja que esta hiedra se te enrede en torno a las sienes entre los laureles del vencedor”. Más que suficiente, por este año.
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