El fuego de las furias

El celoso, dice Barthes, debe luchar cuatro veces. Porque es celoso. Porque se culpa por serlo. Porque teme dañar al otro. Porque se permite a si mismo ser banal. Se siente excluido, agresivo, loco y común. No le quedan más opciones que defenderse o marcharse. Como en la Primera Guerra Mundial la escalada de hostilidades y resentimiento hacia el otro llevan a situaciones insospechadas en las que cualquier cosa puede pasar. Toda la energía del celoso está centrada en la sospecha de tal manera que, no puede desentenderse del asunto. Ovidio que, sabía mucho de mujeres, intenta convivir con los celos y con su amada a la vez: ” Odiaré, si puedo, si no, amaré de mal grado…” Cervantes los define bien : ” Del aire que pasa, del sol que toca y, aún, de la tierra que se pisa” Todo es motivo de tortura para el celoso obsesivo que, como dice Barthes, no solamente lucha contra los intrusos, sino contra sí mismo. Mal rollo este de los celos excesivos.
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