Con el plenilunio, se permiten ser solidaria y felizmente infieles. En vez de montar una escena o amenazarse con todo tipo de males, responden sin lamentos ni reproches. Así, ahora el uno, ahora el otro, cuando procede, se alternan en aullar a la luna pidiendo clemencia. Al límite, por fin, se encuentran de nuevo, extenuados por la ausencia. Amores difíciles, batallas campales, treguas para coger aire y seguir con todas las de la ley. Lo que sea, menos entregar las armas. Estrategias, desencuentros… lo que haga falta para que, dos que saben de qué va la historia, tan semejantes, no se acerquen demasiado, ni se vayan lejos. Que así sea para toda la eternidad, es lo que esperan y desean. Amén.