RElato de una experiencia en el Congo

Fecha/Hora
07/09/2017
20:00 - 21:00


Relato de la experiencia de un grupo de universitarios en un proyecto educativo en el Orfanato Kimbondo, en las periferias de Kinshasa, la capital del Congo. 

 

 Destinada sobre todo a universitarios pero abierta a cualquiera que le interese. 

«El impacto no es al llegar al Congo; el choque mayor es cuando vuelves»

Una pontesa y otros tres gallegos pasarán tres semanas en un orfanato africano

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Álvaro Vaquero
Fina Ulloa
Ourense

Cuando usted lea esto, ellos estarán surcando el cielo rumbo a África. Son Alba Fraga, vecina de As Pontes y estudiante de Ciencias Ambientales en Ourense; Jesús Eirís, un educador terapéutico compostelano; y Rafa Martín de Vicente, un vigués licenciado en Historia y Periodismo y que estudia Magisterio en el campus de Pontevedra. Estos tres universitarios son los representantes gallegos que la oenegé Cooperación Internacional desplaza este verano a la República Democrática del Congo para ayudar en el orfanato y la pediatría de Kimbondo. En ese complejo, fundado por un misionero claresiano, viven más de ochocientos menores. Algunos han sido abandonados, pero la mayoría son llevados al centro por sus progenitores dando la cara, simplemente por no poder atenderlos. Muchos nacieron con discapacidades o enfermedades congénitas.

Para los tres jóvenes gallegos que conforman la expedición a este destino -la oenegé, fundada en 1993, colabora con más de 120 proyectos en 30 países del mundo, además de trabajar en el ámbito local con colectivos desfavorecidos-, este será su primer contacto con el continente africano. Van, según cuentan, llenos de ilusión y ganas, aunque con incertidumbre sobre lo que se van a encontrar.

«En realidad el mayor impacto no lo tienes al llegar al Congo, el choque lo tienes cuando regresas. Cuando vas ya te has preparado y te has hecho una idea mental de lo que te vas a encontrar, aunque siempre va a haber cosas que te sorprendan. Pero nunca será como cuando te bajas de un avión y te encuentras en un aeropuerto occidental pocas horas después; entonces no vienes preparándote mentalmente para el impacto, y ocurre: te das cuenta de que hay dos mundos, terrible e injustamente distintos». Quien así habla es Pablo Varela, coordinador de la entidad en Galicia, que ya ha tenido oportunidad de vivir la experiencia sobre el terreno y de acompaña este año a Alba, Jesús, Rafa y a dos jóvenes madrileños que completan la expedición.

En las maletas, además de lo típico que cualquiera mete en el equipaje cuando viaja -ropa, calzado y enseres de aseo- llevan un importante lote de material escolar recogido por un voluntario de la oenegé en el colegio público número 2 de Tui. «La verdad es que la respuesta ha sido tan fantástica que estamos desbordados y no podemos llevar todo en este viaje», explican. Otra maleta va cargada con 228 pares de zapatillas de verano de primera calidad, donadas por una fábrica de La Rioja que prefiere permanecer en el anonimato. Un torneo de volei playa organizado por el club Melgachos logró recaudar también 500 euros para este viaje en el que además llevan kits de sutura.

Este material les servirá para uno de los programas que van a desarrollar y que tiene que ver con el fomento de cuidados básicos de higiene. «Uno de los problemas que tienen es con un parásito que se mete debajo de las uñas de los pies y pone allí los huevos bajo la piel; cuando crece es muy molesto. Se lo quitan entre ellos, pero hacen una desfeita tremenda y tienen los pies hechos polvo», relata Varela. Los voluntarios les enseñarán a evitarlos y a retirarlos correctamente sin provocarse más daños.

Las tres semanas también tendrán que dar para pintar varios pabellones del centro y para seguir trabajando en las escuelas de fútbol y rugbi que son algo más que actividad deportiva, ya que sirven de la base de un programa educativo con otros objetivos. «Lo enfocamos a desarrollar competencias personales y sociales. Allí, por ejemplo, la costumbre es que un partido de fútbol no empiece a una hora, sino que empiezan cuando están todos porque el concepto de puntualidad o de compromiso con lo fijado es muy laxo», matiza. También se organizarán varios torneos abiertos a otros niños del barrio «para que se acostumbren a la convivencia con ellos y compartan realidades, porque en el orfanato están muy cuidados y protegidos, pero a los 16 años van a tener que irse y se encuentran de golpe con otra vida», dice Pablo Varela. Rafa Martín, con experiencia en ambos deportes, será el encargado de dar continuidad a estas escuelas porque no regresará con sus compañeros; continuará en el Congo unos meses más.

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