“Pues a mí me parece hasta cruel, qué queréis que os diga.
Veo el anuncio de un licor hace unos días, que en principio nos debería llegar a la patata, y sinceramente parece que han ido a lanzar dardos de veneno al corazón de la peña.
Os pongo en antecedentes, resulta que el “experimento” (si es que no son actores claro), consiste en reunir a parejas de personas (amigos, hermanas, madre e hijo, etc), que se ven in situ de manera muy poco frecuente durante el año. Pues bien, al final, un individuo les relata con cara de congestión que sumados esos momentos y dada una media estipulada de vida, el tiempo que les queda por pasar juntos…pum!!! La cara de la madre: descomunal; ahí ya todos lagrimeando, y supongo que los de la campaña de marketing del licorcito se han quedado tan a gusto, porque es que a lo mejor si bebes de la poción mágica, consigues duplicar horas, días, meses…e incluso años con la gente que quieres o deseas estar.
Os imagináis? si multiplico, por ejemplo, el tiempo que puedo viajar a ver a mi familia, por una media estipulada de unos 40 años que me pueden quedar con muchísima suerte, y contando la de ellos…pues nada, venga llorera que no queda ná.
Que no, que (repito) es muy cruel, que no damos más muchas veces, que vivimos metidos en una vorágine de trabajo, niños, casa. Que no nos pueden hacer pensar sobre eso, porque o mandamos todo al garete (finamente dicho claro) o vemos a las personas que queremos cuando podemos.
No entiendo esa manía estúpida de hacernos amar a toda costa en estas fechas, cuando no recordamos que la vida pasa por nuestro lado todos los días…que podemos demostrar afecto cuando nos apetezca, y reencontrarnos con quien queramos, cuando nos lo permitan estos segundos sin tregua.
Que ahora vuelven los mensajes que no llegan en un año, y los regalos de compromiso que recibes con una sonrisa y guardas con nostalgia en un cajón, a sabiendas de que quien te lo ha regalado apenas te conoce…
En el fondo, sigue saltando la chispa, y tal vez, hay un poco de magia en diciembre, esa que se desvanecerá en las rutinas de la cuesta de enero, donde volveremos a aterrizar casi rodando.
Me quedo con el brillo de la mirada de los niños en estas fechas.
Bueno, y con algún anuncio que puede que no esté tan mal.
Vamos allá, que se está acabando el año, y sigue pareciendo que esto no ha hecho más que empezar.”