¿Qué cuantos años tengo?
Pues los contó el señor Lamas; uno arriba uno abajo alrededor de sesenta. Todo un carballo, talado no sé por quién. Al lado, alguna plantación de eucalipto. El cambio no mola, ya no porque no guste estéticamente sino porque la llama destructora es diferente, mucho menos destructiva en el autóctono.