LIBROS
Uno amontona libros a lo largo de su vida con una especie de fascinación fetichista. Van llenando la casa como invitados imprevistos, reclamando poco a poco su espacio, usurpando el lugar que le habíamos dedicado a otros objetos. El sitio que les reservamos al principio se multiplica y llega un instante en que tienes que arrinconar, por fin, el insufrible florero que te regalaron un día, la fotografía de la adolescencia que detestabas, la lámpara