Cuando Robespierre guillotina al verdugo
por PEDRO J. RAMÍREZ Desde que el 30 de abril, con la cabeza ya separada del tronco cual Sleepy Hollow de la pradera urbana, Juan Carlos Monedero escribiera en su blog un emotivo texto de despedida titulado Para mi amigo Pablo, yo vivía sin vivir en mi. Y no por su alta calidad literaria (“Las convicciones no se nos han movido porque nos nacieron de muy adentro”), ni por su poderosa capacidad evocativa (“Las sentimos durante