EXTRATERRESTRE
Para poder sobrellevar el absurdo de esos juegos que otros llaman deporte hay que prescindir de la naturaleza racional y no dar muchas vueltas al asunto. Veintidós hombres más uno, hechos y derechos, corriendo como sabuesos detrás de un objeto, redondo a duras penas, intentando asestarle unas patadas y arrastrarlo hasta un recuadro al que se llama portería, situado al final del esplendor en la hierba, es un espectáculo absolutamente idiota en esencia,