VICTOR CAMPIO
Y ávido de futuro. Pero del futuro –como del paraíso- podemos ser expulsados en cualquier momento por la espada flamígera del ángel. El futuro es un tren de alta velocidad hacia el paraíso prometido del tiempo. Pero puede suceder que en esa travesía nos quedemos al pairo, naufragados en cualquier apeadero de urgencia, sin final de trayecto. Somos seres contingentes y vivimos a la suerte de la taba. Me quedo, pues, con mi pasado ourensano.