El Ángel de Klee, por Walter Benjamin
Sus ojos miran fijamente; tiene la boca abierta y las alas extendidas. Así se imaginaba uno el ángel de la historia. Su rostro mira hacia el pasado. Allí donde ante nosotros se despliega una cadena de datos, él ve una única catástrofe que acumula sin cesar una ruina tras otra y las va arrojando a sus pies. Le gustaría detenerse, despertar a los muertos y volver a componer lo destrozado. Pero desde el Paraíso sopla