Parece un efecto secundario de la vacuna anticovid que, estoy seguro, ya se han puesto: la pérdida de memoria. Ninguno recuerda nada de lo ocurrido, son como los juramentados de la mafia que, ante las preguntas de los agentes de la ley, se niegan a abrir la boca si no es para pedir un abogado y un bocadillo de mortadela. Saben que si dicen algo que comprometa a sus jefes serán dulcemente enviados al otro mundo. Sólo que aquí los jefes son ellos, los propios cantantes, “Jonny Labiosellados”. La contabilidad para lelos del Partido del Olvido (P.O.), con sede en la calle Palermo, está judicialmente definida y sentenciada pero los miembros de la Familia no tienen ni idea de quién ha aparcado el Ferrari en el garaje de la casa, será de un amigote de Piluki, que ha venido a dormir con ella: nosotros somos liberales, sabe usted, permitimos las relaciones prematrimoniales de nuestros hijos y de nuestras hijas, el Tribunal de la Rota también es de los “nuestros” como el CGPJ, ay Monseñor, usted predica como los ángeles, me pone a cien. Pero el Ferrari sigue aparcado durante meses, la niña está en Quebec haciendo un master y, además del Ferrari, ahora hay también un Maserati. Será del jardinero. Pepe, le estamos pagando demasiado a ese chico, hay un Maserati en el garaje. Nena, cariño, tu no has visto nada, no has oído nada, no has olido nada, en el garaje están mis herramientas para butrón y nada más.
El dinero negro produce amnesia, viene en bolsas de basura negras que se depositan en la caja fuerte negra, para no confundirlo con el de los pagos ordinarios al camarero que sube el café negro y cortado y con leche. El dinero es anónimo y mudo. Aun sería posible seguir la pista de la bolsa de basura si se le preguntase a Echegaray, a Rosalía de Castro, a Manuel de Falla, a San Isidoro de Sevilla, a Galdós, pero esta gente sabia, que ha escrito tanto, ya no le dice nada a nadie, está muda. Ahora los billetes de quinientos y tantos euros son muy asépticos, en ellos hay puentes, acueductos y artefactos de construcción, ¿ha dicho construcción? Y no hablan, están callados como las piedras.
Es tan fuerte el efecto de la desmemoria producida por el virus plástico que alguno no sabe ya ni como se llama. ¿Juan José? ¿José María?, ¿José Manuel?, ¿Mariano?, ¿Pepiño?, ¿María Dolores te canto un Bolero?, ¿Javi?, ¿Paco?, ¿Vito? Es que son unos nombres muy difíciles de recordar, si aun mi padrino me hubiese bautizado Rober Iván. Si no me acuerdo de cómo me llamo cómo voy a acordarme de lo que pasó en este país hace ochenta años: borrón y cuenta corriente nueva. En la próxima legislatura vamos a reformar el Registro Civil, porque el registro de la propiedad ya lo hemos reformado a nuestro favor -¿alguien ha dicho reformas?- En lugar de poder inscribirse con el sexo que a uno le apetezca, como propugnan estos comunistas apestosos, vamos a permitir cambiar de nombre y apellidos cada quince días, ¡cómo Mola, tía!
La gente que votamos estamos también atacados por el virus amnésico, no reconocemos a los padres, ni a los padrinos, ni a sus asesinos a sueldo: votamos y nos vamos para casa, si es que aun tenemos casa, o para debajo del puente, ese que se ha construido con dinero público y que ha costado un 10% más por culpa de una bolsa de basura que flota en el rio que pasa por debajo. Nunca se puede beber dos veces en el mismo rio, ya ni siquiera una, los puentes están negros de bolsas de basura, un asco, es culpa del plástico que todo lo inunda y se sube a la cabeza.
Voto y olvido. Voto y…Ya no me acuerdo de lo que estaba diciendo, qué cabeza la mía, ¿en qué billete habré visto yo esa caradura, en qué caradura habré visto yo ese billete?.