Hoy he decidido “cancelar” la lectura de un periódico. Ya era hora, me digo a mi mismo. ¡Cuánto tiempo perdido! simplemente por la costumbre de su lectura durante muchos años. Ahora he decidido darles su propia medicina, cancelación de su lectura, y ya me importa un huevo lo que escriban porque a mí no me pillan. No me interesa ya lo que digan. Al final, la lectura de La Servidumbre Voluntaria parece haber calado en mi subconsciente, de tal manera que no me siento siervo ni lacayo de ningún reyezuelo. Pero este periódico no resulta la excepción, aunque ganarle en vicios sea difícil. La falta de credibilidad de la prensa actual, ganada a pulso por venderse al Gran Poder que no a los lectores, lleva a que no sepan qué hacer para conseguir suscriptores. Hoy recibí la última oferta que me hace El Español, del que un día fui suscriptor, y que quieren que vuelva al precio anual de 27€. El País hace un par de meses me suscribía por 1€ (sí, un sólo euro) al mes durante tres para que también volviera a su redil. Y así continúan las ofertas de la prensa digital, ya el papel lo lee solo mi madre y los que lo leen en el bar, lo que me hace pensar que pronto llegarán a regalarnos la suscripción con tal de computar para obtener publicidad y seguir pidiendo subvenciones públicas. Es una pena que una profesión vocacional acabe su misión social por culpa de intereses espurios donde los medios se convierten en instrumentos útiles a los mismos.
¡Ay, Prensa, por Dios no te caigas!
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