Loco, loca, demanda, personas. En un banco del Paseo de Ourense, en plena noche de pegada de carteles, le dieron la espalda a la corte política ourensana mostrándole su porqué: ¡listas abiertas, coño, de una vez! Esto fue hace unos años. Lo seguirán haciendo, pero más viejos y turulatos, pues hay que ser loco para pretender que los que viven de la mamandurria desde tiempos inmemoriales dejen hacerlo y se sometan al escrutinio por su cara y fama. Ayer discutíamos unos amigos en elcercano sobre un ensayo titulado “Contra las elecciones. Salvemos la democracia”, y para alguno es quimera cualquier cosa opuesta a los partidos políticos, pero en el ensayo da razones para creer en otras formas disuasorias de este negocio en que se ha convertido la democracia para algunos pesebreros. El testimonio me saltó a la vista, porque la inteligencia artificial de las redes te recuerdan lo que has subido a ellas en un momento dado; ahora, diez años después, me han dado el pantallazo de esta imagen. Pura anécdota, simplemente.
Aquellos locos con locas demandas
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