Nos fuimos a Oporto. Lo pasamos bien. Claro, un clima maravilloso y sin llover ni una gota hasta que cogimos el coche de vuelta. Esto es programar el azar, a favor siempre. El hotel recomendable, pleno centro desde donde te mueves hacia norte o sur, este u oeste, porque en Oporto cualquier dirección que tomes te llevará a un mundo de horas, sí, pero mejor. Paseas lo que te apetezca y después vas al concierto de jazz, que este fin de semana no fue precisamente y excepcionalmente muy de jazz, a Portajazz, donde están los amigos músicos portugueses que ya son amigos. Ambiente para gozar. Después vuelves de la Praza da República por cualquiera de las calles que bajan hacia la Iglesia dos Crérigos hasta que llegas a la cena en un ambiente de sábado noche que altera el cuerpo a los que tienen menos de cuarenta, y fundamentalmente a los que tienen algo más de veinte. La ciudad está preciosa, por la noche y por el día, caminarla es garantía de abrirse a una belleza que el Duero bendice desde la baixiña o el mismo puente que da vértigo. También en grupo se puede pasar bien, grupo pequeño que no condiciona la facilidad de ponerse de acuerdo para ir o volver de cualquier lugar. Estamos finalizando el Ciclo que hicimos este años de diez conciertos, cinco en Oporto, cinco en Ourense, donde intercambiamos los grupos de las dos nacionalidades, y la cosa es que salió bien, aunque siempre puede salir mejor. Esperemos que podamos seguir contando con mecenas para continuar… De momento, que nos quiten lo bailado y lo que bailaremos el tres de diciembre con el último concierto.
Portajazz
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Moncho
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