El loco no estaba loco sino cuerdo como un Osoro, pero iba por las ondas y la televisión como un loco a entrar primero en la meta de la comunicación. Y para mí que lo hizo en cantidad de ocasiones. Desde la colina oteaba las profundidades del ser humano que tenía enfrente y soplaba con el silencio el polvo que llevaba dentro el entrevistado. Su forma de hablar con una cadencia lenta y serena atraía la atención de muchos que lo veíamos en pantalla con el agrado del público que goza con el arte del toreo, que no es mi gozo precisamente, pues salía al ruedo audiovisual con su traje de luces propio que deslumbraba al que le tocaba en suerte entrevistar. El loco tiene un discursito último grabado donde hace una perfecta crítica al tiempo de sombras para la cultura que vivimos ahora, que resulta tan contundente que estaremos aplaudiendo hasta el fin de este tiempo. El loco que tenía más cordura que los mayores cuerdos ha muerto hoy, descanse en paz.
Muere el loco
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Moncho
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