Yo no sé qué más voy a ver en Castrelos que me pueda reventar el tímpano de gusto por la música después de ver a Sting ayer y Leonard Cohen anteayer, si bien anteayer de trece años ha peor que parece de sólo algo más de 24 horas. Ciertamente no lo sé, si puedo ver ya algo más que lo supere, porque realmente es difícil para alguien que como yo siguió a ambos artistas desde que tengo uso de razón musical, casi nada o casi medio siglo. Un espectáculo musical que me resulta inefable describir y que para mí solo tuvo un momento fuera de nota musical, pero de “notas total”, la intervención del telonero del telonero, o alcalde Caballero que aprovecha cualquier ocasión financiada con dinero de presupuesto municipal para hacerse publicidad propia y que raya con mero histrionismo; lo peor es como lo jalea el público, como si la cantidad diera siempre la razón cuando más bien es cierta emoción que cual noche nos confunde. Simplemente anecdótico pero fuera de lugar, ¡por Dios, estamos por Sting!, y de tiempo que nos roba a los que ni siquiera lo podemos votar. A pesar de oportunismos políticos, volvería una y cien veces más a escuchar a Sting a Castrelos en Vigo, porque su concierto va más allá, sin duda.