Compareció sanchez vestido de bata blanca y llamando curanderos a cualquiera que se oponga a sus planes
Compareció Sánchez en el debate vestido de bata blanca y llamando curanderos a cualquiera que se oponga a sus planes. La primera lección científica que dio fue sobre las causas de la inflación. Solo citó las marginales: la pandemia y la invasión de Ucrania. La principalísima la ignoró. Como demuestran la cronología de las sucesivas advertencias de las autoridades económicas, la inflación era un riesgo previo a la pandemia y, por supuesto, a la invasión rusa. Y estaba basado en una ley económica que se ha cumplido muchas veces: a una larga época de dinero fácil le acecha un final inflacionario. El BCE ha comprado en los últimos años tres billones de deuda pública. Confiaba en controlar la inflación, pero ha acabado fracasando. Hay otra razón, vinculada, en los procesos inflacionistas: gastar mal el dinero público. Pero al hombre que acababa de anunciar impuestos a los bancos para que no se “aprovecharan” de la subida de tipos de interés y que disponía que los billetes de tren pasaran a pagarlos los que van andando no le convenía respetar la verdad principal.
Si el hombre de la bata blanca era capaz de mentir sobre el dinero qué iba a hacer sobre la memoria. Tanto en la primera jornada de debate como en la segunda tuvo el atrevimiento de sacar en sede parlamentaria el monstruoso bulo de los desaparecidos de Camboya. Oí cómo se lo espetaba impávido a Inés Arrimadas: “Nuestro país, desgraciadamente, después de Camboya, es el país con mayor número de desaparecidos forzosos: 114 mil personas, con sus familias”. La frase es fruto de la prevaricación del juez Baltasar Garzón, hombre dado al ejercicio en todas sus formas, y de la inconsolable abdicación de su oficio del que fue gran historiador Ian Gibson.
Cualquier persona que se repita dos veces esta frase -en la cabeza, no en el esputo de la boca- sabe que es falsa. China, Rusia, Ruanda, Irak, Vietnam y Ucrania, y no sigo por no llenar dos columnas. Hace tres años publiqué, entre otras suyas, esta declaración de Ariel Dulitzky, responsable del Grupo de Trabajo de la ONU sobre las desapariciones forzadas en España: “Es imposible saber con exactitud cuántas personas desaparecieron en España y, por lo tanto, hacer comparaciones con otros países”. El que tan grave falsedad sobre su país sea establecida en sede parlamentaria por el presidente de su Gobierno es un hecho insólito. Pero sólo en apariencia. No en vano la llamada Leyenda Negra fue y sigue siendo escrita, principalmente, por este tipo científico de españoles.