Rodrigo Terrasa nos trae el Papel de El Mundo las reflexiones del prestigioso psicólogo social estadounidense Jonathan Haidt, profesor de la Stern School of Business que ha recogido en un largo ensayo publicado este mes por la revista The Atlantic.
«La historia de Babel es la mejor metáfora que he encontrado de lo que ha sucedido en Estados Unidos en la última década y del país fracturado que ahora habitamos. Algo salió terriblemente mal de repente. Estamos desorientados, incapaces de hablar el mismo idioma e incapaces de reconocer la misma verdad», ha escrito el Haidt en el texto titulado Por qué los últimos 10 años de la vida estadounidense han sido excepcionalmente estúpidos. «La verdad no es algo que un individuo pueda encontrar enterrada bajo unas rocas», explica Jonathan Haidt a través de un correo electrónico al periodista de El Mundo: «La verdad se encuentra cuando los humanos crean instituciones epistémicas, que unan a los individuos imperfectos para cancelar los sesgos de confirmación de los demás. En los últimos cien años, las sociedades occidentales han creado instituciones muy sólidas: universidades, medios de comunicación profesionales y sistemas legales. Pero mi argumento es que las redes sociales han vuelto estas instituciones ‘estructuralmente estúpidas’. Las redes no han servido para conectarnos y comunicarnos, sino para actuar unos contra otros y ahora la gente tiene miedo de desafiar opiniones que quizás sólo defienda una minoría de personas, pero que se acaban imponiendo sólo por el daño social o de reputación que trae a los disidentes».
El nuevo Babel del que habla Haidt es el retrato de una fragmentación global, la ruptura de todo lo que parecía sólido y la dispersión de lo que un día fue una enorme comunidad de vecinos. Hoy ni la clase política, ni el sistema judicial ni los medios de comunicación gozan del más mínimo prestigio. «Es una metáfora de lo que sucede no solo entre rojos y azules, sino dentro de la izquierda y dentro de la derecha, así como dentro de las universidades, las empresas, los colegios profesionales, los museos e incluso las familias».
Cada uno vive en su particular burbuja y el espejo que hace no tanto nos devolvía una realidad común hoy está hecho añicos. «Ya no creo que podamos reconstruir ese gran espejo de la era de los medios de comunicación de masas, pero sí deberíamos pensar en cómo debería ser la democracia en la era digital», responde Haidt. «El gran desafío para las naciones occidentales es encontrar la manera de llevar prosperidad, libertad y bienestar a sus ciudadanos en esta nueva era. Ahora estamos descentralizados y atrapados en medio del caos. Si nos lo proponemos y tratamos esto como la lucha existencial de las próximas tres décadas, apostaría que lo conseguiremos».