Hoy finalicé el libro de William Styron que tituló “Esa visible oscuridad”, y me pareció muy ilustrativo acerca de este proceso de melancolía que puede asaltar a cualquier humano cualquier día. Los que hemos conocido esta experiencia jodida, comprendemos perfectamente lo que cuenta Styron de forma breve y sencilla, su propia experiencia de la que salió. Pero yo no quiero hoy otra cosa que señalar mi aprecio a esta lectura y reproducir sus líneas finales porque son ciertamente positivas, sobre todo para aquellos que puedan estar ahora cruzando esta oscuridad:
“NO necesita uno hacer sonar la nota de la ficción o de la inspiración para destacar la verdad de que la depresión no es la aniquilación del alma; hombres y mujeres que se han repuesto del mal -y son incontables- dan testimonio de la que quizá constituya su única merced: no es invencible.
Para los que han morado en la selva oscura de la depresión y conocido su indescriptible agonía, su retorno del abismo no es diferente al ascenso del poeta, subiendo penosamente más y más arriba hasta salir de las negras profundidades del infierno y emerger por fin a lo que él percibió como ‘el claro mundo’. Allí, todo el que ha recobrado la salud ha recobrado la casi siempre el don de la serenidad y la alegría, y esto quizá sea reparación suficiente por haber soportado la desesperación más allá de la desesperación.
Y otra vez contemplamos las estrellas”.