Bueno, en política como en el fútbol sucede con los aficionados lo mismo, todos opinamos como si fuéramos expertos aunque casi todos lo hacemos como simpatizantes, cuando no socios o militantes, de nuestro equipo favorito. Y como en el fútbol, también en el mismo equipo de partido políticos, hay jugadores y entrenadores, incluso presidentes, con los que se discrepa y no se está de acuerdo. Así pasa con esta crisis larvada durante tiempo pero que estalla hoy, so sabemos si con trampa o mucho cartón, pero que tiene al partido popular contra las cuerdas. El tema está bastante claro desde el punto de vista ajeno al interés inmediato, o sea, ese que se cuadra con la línea de poder por el temor proyectado ya en su día por el lenguaraz Guerra del famoso “el que se mueva no sale en la foto”, y hay demasiado mediocre que si lo sacas de la foto no vuelve a posar en su vida para ninguna otra porque, simplemente, no lo merece; decía que está claro que el tándem Casado y Egea no han podido soportar en su fuero interno jamás el éxito de una mujer que irrumpe a la chita callando pero que tiene un talento innato para comunicar las ideas que, por otro lado, son las auténticas que responden a su electorado. En el Partido Popular, de siempre, ha habido una especie de complejo respecto a la izquierda en aquellos que no tienen personalidad que siempre les ha impedido pelear por sus ideas con la fuerza que da cierta coherencia y fortaleza de su pensamiento. Aquí hay que buscar en parte el origen de esta crisis que se gesta en unos métodos gansteriles de una dirección frente a un buque insignia que incluso es reconocido de ventanas para afuera, como lo demuestra el hecho de ser reclamada Ayuso como reclamo para tirar del carro del partido en Castilla y León ante la deriva de las expectativas, pero que de ventanas para dentro, los jefes no lo aceptan por miedo a que de suyo y forma natural sea el reemplazo necesario para echar a la izquierda más extrema de los tiempos de democracia fuera del poder. Esta bajura de miras no puede sino utilizar fórmulas dudosas para desprestigiar al objetivo interno, y se desencadena lo que es previsible con esta mujer que parece no le tiene miedo a las consecuencias. Dicen los cargos del partido, hoy lo hemos leído en el presidente del pp en Ourense, que por encima de todo está la lealtad a la dirección, pero yo le digo a Jose Manuel, que la lealtad a la dirección comienza por la de la dirección hacia sus bases; el respeto, como el honor, se presupone pero se puede perder ¿verdad?, y ante esa pérdida, ¿cuál debe ser la lealtad, y a quien?. Parece que clama al cielo la revisión de la democracia dentro de los partidos porque, a todo esto, estos males vienen de querer hurtar un congreso en Madrid donde las bases debieran decidir quien les conviene tener al frente; si éste no les gusta a los de arriba que se rasquen o hagan un ejercicio responsable de autocrítica para dejar espacio a otros. De Alberto, ¿qué decir?, si es que nunca dice nada o lo dice escondiendo todo, es un defensor de Marianico y ahí duele para quien fue alternativa a esta fórmula queda bien y espera a que se caigan otros para ocupar sillón; no creo que sea solución para el país, pues su acomodo en Galicia, que la preside tan fácilmente como si jugara al tute, le va a impedir coger este toro bravo por los cuernos y bajar a la arena más manchada de sangre que le puede sobrepasar. El comunicado de la Presidenta está ahí, y de los 55.000 a los 285.000 euros que señala casado hay 230.00 razones para que Casado se vaya, entiendo yo, porque eso trata de difamación y traición a una compañera, que fue amiga y seguramente no volverá a serlo. De Egea, mejor no hablar, porque tendríamos que pasarnos medio día escribiendo de sus alborotos en todos los sitios por donde pasa, aunque bastaría referirse a su mano derecha ¡oh casualidad!, que con su voto ¿equivocado? se aprobó la reforma laboral del partido socialista (si huele más prefiero irme ahora mismo a un baño público popular donde hayan ya cagado varias personas con problemas de digestión). Seguiremos opinando, que aquí soy el típico aficionado político que asemejo al futbolero, como dije antes.
Que dimite uno, Egea, que dimita otro, Casado, o que dimitan los dos. Ella, no, porque entonces ganaría la izquierda, y así la esquizofrenia política llegaría a tener que ingresar de inmediato en algún psiquiátrico político.