América ha salvado millones de vidas amenazadas por el virus. El programa Warp Speed (A la velocidad de la luz), que el presidente Donald Trump puso en marcha en mayo de 2020, fue decisivo para que Pfizer y Moderna -compañías americanas- desarrollaran en un plazo insólito vacunas eficaces. Solo el esfuerzo financiero de Reino Unido puede comparársele, aunque con las proporciones debidamente consideradas. Como suele suceder con los beneficios que el único imperio de la Tierra produce cíclicamente, la contribución americana se ha disuelto en el río de anécdotas de la llamada actualidad. O distorsionada por la mala fe política y la oscuridad cognitiva.
La paradoja abrumadora es que en ninguna parte como en la propia América la distorsión ha traído tales efectos dramáticos. El Times daba ayer unos datos impresionantes. La tasa de muertes por Covid en los Estados Unidos es la más alta entre los 10 países de población superior a los 10 millones con mayor PIB. Más muertes que en Bélgica, Reino Unido, Francia, Suecia, Alemanía, Países Bajos, Canadá, Japón y Australia a lo largo de toda la pandemia. Y muchas, muchas más, en la ola Omicron. La causa -que no la correlación- son los porcentajes de población completamente vacunada. Estados Unidos es el país de los 10 con menor porcentaje de población con dos dosis. Y solo Japón tiene menor porcentaje de población vacunada con la tercera. Cuanto más específicos se hacen los datos más se afina la causa: el 12% de los americanos mayores de 65 no están vacunados con dos dosis. En España y en Reino Unido son el 4%, aproximadamente. El 43% de los americanos mayores de 65 no ha recibido aún la tercera dosis. En España y en Reino Unido son del orden del 10%.
El que una nación sea capaz de propiciar un medicamento que salva vidas por millones y que su uso sea despreciado, en una proporción superior a la de cualquier otra nación comparable, es una de las noticias más sensacionales que habrá dado la Humanidad en su largo y siempre inacabado combate contra la estupidez y la locura. Una noticia para abrir con ella todos los periódicos del mundo, todos los días. Una noticia que informa del fracaso americano a la hora de extender entre su población los criterios de racionalidad que permiten fabricar vacunas: un fracaso cultural casi impronunciable. Y una noticia que informa como ninguna otra de la crisis de autoridad de la democracia. Por lo demás, un clásico: todos los imperios se derrumban carcomidos por dentro.