Vamos a explicar lo del retraso. Desde hace años, bastantes y no pocos, el periódico venía a mi casa, donde vive la suscriptora y al mismo tiempo mi señora madre, alrededor de las seis de la mañana. Ahora, desde hace unos días, llega una hora más tarde. Inconveniente para mí. Llega tarde para su tranquila lectura. Hoy estaba desayunando como es habitual en mi costumbre cotidiana con mi madre y nos preguntábamos precisamente la razón de este retraso no anunciado. Coincidió que abrí la puerta para pasar a mi piso, enfrente justo del de mi madre, cuando llegaba el repartidos que me extendía el brazo con el ejemplar correspondiente. Le pregunté lo que nos habíamos preguntado hacía un momento, y él me dio razones que no tienen que ver con su voluntad o interés; hay más ruta que hacer y se hace caminando, así no puede ser de otra manera. La verdad es que a todos nos toca pasarlo mal en este momento, por lo que ante la realidad cierta y constatable a uno le dan ganas de llamar al periódico, que faltando a la verdad nos llaman “Elcerrado” en lugar de elcercano y no por ningún error tipográfico sino por ¡vaya usted a saber…!, nos da ganas de llamarle “El retrasado” en justa venganza, pero no lo haremos si no van más allá de tocarnos las narices con esa cancelación nada profesional a la que nos tienen acostumbrados. Pero este detalle no nos impidió pasar un día estupendo, donde el hecho de encontrarse con unos amigos, simplemente para comer y charlar un rato, con la vista del mar que baña la ría de Pontevedra y un tiempo despejado que nos permitió hacer ese camino maravilloso que va desde Covelo a Graña, son razones para hacernos conscientes de lo que tenemos en el momento y disfrutar de ello. Desde San Vicente, donde el Náutico estaba cerrado, ¡lástima de no ver a Miguel! y El Pirata lucía un cartel curioso cuyo misterio me reveló la persona que pasaba en bicicleta mientras yo hacía la foto, pues abrirá el 4 de marzo, hasta Combarro el paseo en coche por la costa me llevó al escándalo del feísmo gallego, pues no han dejado espacios sin edificar, chocando continuamente la vista contra una u otra casa distinta y con escaso gusto para no machacar ese maravilloso paisaje hacia el mar. El feísmo en toda regla. Menos mal que en el Tintanegra degustamos este arroz de pulpo que estaba buenísimo pese a estar como plato nuevo a estrenar. De lo que se habló en la comida, mejor callar. Así que ha llegado el momento de plegar y entre sábanas contar a quien le apetezca seguir estas crónicas de un servidor las cosas sencillas que nos pasan en la vida que a veces resultan las mejores.
- Sección: Varios
- Publicado el 15 enero 2022
- Por Moncho
El retraso del periódico no impidió un día estupendo
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