Leemos hoy que China censura la web del diario español ABC porque hizo dos reportajes críticos, uno sobre el perfil del presidente xi Jinping, el otro por una crónica sobre las desapariciones temporales de personajes famosos y aquí ya hemos visto ese montajillo burdo de la tenista que reapareció tras estar desparecida después de criticar a un importante cargo chino de su Federación de Tenis. Pero estaba con Pablo Díez, el corresponsal del diario ABC en Asia, y con el que hemos mantenido en otra ocasión un contacto sobre su trabajo tan lejos de España, cuando se metió por youtube una comparecencia de Rufián en rueda de prensa del Congreso, que ante las preguntas reiteradas por dos periodista sobre asuntos catalanes que no gustan, contestó si contestar a los preguntones apelando a que no hace el juego a medios de comunicación de la ultraderecha. Pero ¡qué pena!, parece mentira que un hombre tan experto y valiente se acojone con ciertas preguntas y para no responderlas se agarre al clavo ardiente de calificar al mensajero como ideólogo opuesto a lo que desea. Hasta aquí, solo da pena Rufián, y los españoles que sufren tener representantes tan mediocres y cobardes, pero aquí casi ofende más ver al resto de profesionales de la información, periodista se dicen, callarse como momias sin ser capaces de recoger el testigo de los compañeros para tratar de sonsacar alguna respuesta al interpelado. Ahora resulta que ha vuelto la censura política, que recuerda a tiempos muy pasados pero que algunos vivimos.
Lo que une a China y Rufián.
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