Lo reconozco, soy muy pesado, pesadísimo para algunas cosas como ésta que voy a repetir, si las personas colaborásemos siempre como se hizo ayer con motivo del concierto de Julián Ayuso, simplemente pagando la entrada a cambio del placer inmenso de escuchar música en directo y pura delicia para los sentidos físicos pero también para el más íntimo, la cosa nos iría mejor respecto a la profusión de estos músicos que se dedican profesionalmente a componer e interpretar y darnos placer con ello a los demás. Cualquiera que estime la música y no sea pobre, tampoco de espíritu, debe implicarse dejando de tomar quizás una cerveza de más -cosa que a veces hacemos ¿verdad?- para apoyar a que se organicen conciertos. Y quien habla de conciertos habla del teatro, tal vez a menor tamaño que el que parece único a reivindicar, pue el microteatro puede resultar muy interesante, o hablamos de comprar un libro, etc., lo importante es consumir este producto sin tener que esperar a que nos lo chute en vena el político de turno, y según le convenga. Bueno, yo quería solo apuntar al hecho de que ayer sesenta personas formamos una comunidad por dos horas que se hizo más buena gracias al disfrute de una voz y unos instrumentos que jalearon esta opinión de hoy. Grande Julián y que vuelva pronto a esta casa. Y a los asistente, un millón de gracias, porque así da gusto trabajar, con el respaldo moral y económico de los que habéis venido.
La música en directo
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