No vamos a repetir aquí la fábula de Esopo de la liebre y la tortuga, pero si mentarla para pensar en que muchas veces “vísteme despacio que tengo prisa”. Y es que parece que la panacea ha llegado como míster Marshal con un pan debajo del brazo del AVE que nos acerca a Madrid en dos horas y cuarto. Pero hay dudas razonables. Porque en la cabeza de muchos ourensanos, el otro día leí a Afonso Monxardín como nos animaba a visitar la expo de Domingo X el Sabio en Madrid, estará que ya es más fácil visitar Madrid que ayer y, por tanto, debido a las mil y una oportunidades que la capital ofrece a los de provincias, la que cita Afonso, por ejemplo, y otras muchas hablando de teatro, música, conferencias o Bernabéus. Este es el peligro, que los dineros de los ourensanos dedicados a ocio se nos vayan como en el verano hacia la costa ahora en invierno hacia el centro. ¡Ah!, ¿que podemos aprovecharnos también en Ourense de un turismo de fin de semana de madrileños, que son muchos?, pues claro que podríamos, pero siempre y cuando tuviéramos los deberes hechos y una ciudad cómoda y agradable que visitar con más argumentos que Zamora o Granada. Este es el problema, que no parece que estemos en las mejores condiciones de ser un punto de llegada tan interesante como nos creemos. O, en cualquier caso, la cuestión será que compensen las venidas con las salidas.
Al margen de las dudas que nos ofrece la fábula de Esopo, y las ganas de Madrid que a toda persona de provincias levanta la capital de España, digamos que tampoco es para tanto reducir el tiempo del tren, al menos para mí porque tengo una debilidad de puro placer por leer con este movimiento respirado los capítulos del libro con la vista del paisaje que atravieso en el viaje. O sea que excepto ejecutivos ¿los hay, aparte de Suárez y alguno más? los demás ni tanto fu ni tanto fa, aunque nos felicitamos sinceramente por el AVE. Esta contradicción la resolverá al final la cuestión económica, los precios de sus billetes.