La playa no estaba desierta y el sol no bañaba sino un pequeño trozo de piel, pero la playa sí estaba preciosa, porque arena, sol y mar es el cóctel imposible de mejorar para sentirse como un campeón de la vida. El paseo esperando a Manolo magnífico de temperatura y vistas, pero un solo defecto de visión, el que provoca un estilo artístico que parecen querer poner, poco a poco, a competir con la belleza natural del paisaje, un estilo kitsch que tira para atrás los ojos de tal manera que capas la vista extraordinaria que no admite competencia. En un Árbol una serie de palas de plástico y pelotas colgadas en hatillo de la rama de un árbol, un poco más allá aparece este contenedor de plásticos a la vista que repugna un poco, y el colmo es la escultura que ha degradado lo artístico procura no sé qué interpretaciones fáciles pero de resultado feo y hasta horrible. Esperemos que este movimiento pare y no nos siembre de obras de este calado el paseo que dejará de serlo si aquello es. Menos mal que siempre nos quedarán ellas, las hermosas mellizas.
El kitsch de la playa
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