- ARCADI ESPADA
Una de las propagandas sexistas descollantes en estos tiempos enfermos ha sido la gestión exitosa de la pandemia que habrían llevado a cabo determinados gobiernos, como los de Alemania, Nueva Zelanda, Finlandia, Dinamarca o Taiwán. Los mejores de mis, ya de por sí excepcionales, lectores habrán adivinado velocísimos la causa: todos los gobiernos citados están liderados por mujeres. Por mujeres, mujeres, debe advertirse. Como en cualquier otro grupo identitario también en este hay sujetos víctimas del autoodio: ejemplares como Golda Meir o Margaret Thatcher, cuyo sexo no coincide con el género.
Es fácil rastrear el eco desmesurado de una más de las estupideces pandémicas, concreción circunstancial del mantra originario: otro mundo sería el mundo de estar gobernado por mujeres. Mi pronóstico, por el contrario, es que se trataría de un mundo muy similar. Un indicio reciente lo da la campaña de vacunación, ejemplarmente exitosa, que ha organizado la Unión Europea. Vale la pena que mencionemos a sus responsables, comenzando naturalmente por la presidenta de la Comisión, Úrsula von der Leyen, siguiendo por la Comisaría de Salud, Stella Kyriakides y acabando por la directora general, Sandra Gallina. Todas ellas mujeres, salvo íntimo sentimiento en contra. Pero cualquier propaganda que vinculara su sexo a los resultados resultaría fútil. Su gestión, lo creo firmemente, habría estado al alcance de casi cualquier hombre.