El mensaje de Enrique Conde es contundente como la muerte, como la propia muerte de Vidal Souto, otro artistiña más que queda en el camino. La última vez que lo vi fue en la exposición en Vigo de Miguel Saco, pero mas que verlo lo intuí, pues antes de que Caballero nos diera un poco la chapa, Vidal había cogido las de Villadiego hacia el encuentro con una Estrella Galicia en el bar de la esquina. Guardo con cariño el cuadro que le compré a través de Jorge Cachaldora que por aquellas hacía las veces de comercial por pura amistad. Desde entonces, y va para treinta años, cuelga de una pared de mi salón como algo destacado para ver en lugar de la televisión. Es una desgracia quedarse huérfanos de personas que sin verlas siempre estaban ahí, en Leiro, como una referencia a visitar cualquier día. Que descanse en paz es lo que nos queda por decir.
Murió Vidal Souto
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