En Ourense tenemos un problema, que no será exclusivo pero que aquí preocupa porque es donde vivimos. Las terrazas que llevan ocupando espacio público sin orden ni concierto, al arbitrio de quien se ponga por montera el mundo, es decir, por valentía o inconsciencia, pero sobre todo porque no hay quien lo regule o impida. Bien, es una forma de vivir, que a mi no me gusta pero respeto desde siempre, porque me gustaría que otras gentes que no pueden o quieren ser clientes de las terrazas puedan pasear por la calle más tranquilamente. Pero es que, además, entre hacer la vista gorda y dejar que sea gorda la problemática, porque no hay medida en limitar el exceso, hay un equilibrio sostenible y positivo, cual es vigilar unos espacios acotados a un reglamento que indica cuales son los metros, cuáles los veladores, a los que cada cual tiene derecho. Y yo voy un poquito más, simplemente porque conozco este proyecto presentado por una empresa que es de Ourense, y por supuesto con la que no tengo ningún interés espurio ni económico -ningún negocio con ellos- pero que salta a la vista lo que supondría contar con elementos en los diversos bares o cafeterías que lo instalasen de este tipo, donde ofrecen cierta protección por su material, por el que no hay espacio para los vivales que decíamos antes, una justa medida de ocupación del espacio público por parte de los negocios privados, una estética urbana que si no aporta belleza no afee al menos el paseo callejero, etc. Y sostenible, tal vez, por la publicidad institucional o privada, convenios que habría que buscar para que se pudieran financiar después de la pandemia. En fin, un sistema que una ciudad como la nuestra podría ser primera y ejemplo para exportar. ¿Alguien cree, además de mí, claro, en ello? O seguimos con el despliegue de las sombrillas de su padre y madre, de coca cola o Mahou, o Mandahuevos.
Ser innovadores para bien
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