Lo primero es, que no cambio las playas gallegas por ningún otro enclave, y eso a pesar de que algunas como la de América esté tan dejada de la mano de quienes deberían controlar sus accesos en tiempo de pandemia que algún día dan ganas de largarse del arenal y confinarse en cualquier casa habitación para poner distancia con esa dejadez que puede traer consecuencias, como las que están trayendo tantos enclaves españoles, de contagios y confinamientos colectivos forzosos; siempre, los impotentes gobernantes detrás de los problemas incapaces de anticiparse a ellos, y mira que cobran y viven bien precisamente a costa de ello. Pues bien ni siquiera Playa América la cambio por otra de fuera de la comunidad, pero si hablamos de otras playas, pongamos por ejemplo las del Morrazo, entonces no se entiende que ningún parvo coja un Falcon para irse a palacios canarios cuando en coche familiar puede arrancarse unos días de descanso viendo desde cualquier casa de alquiler pescar a los marineros que viven aún de ello. El Imponente, porque su andar de Manero empujando la pelvis hacia adelante cual si el reto fuera de pernera, con sus trajes dos tallas menos para que ciñan su cuerpo alto y esbelto, – pero qué guapo soy, se dirá continuamente, lo que se aprecia por su mueca perdonavidas de sonrisa medio hueca medio cínica -, se nos ha ido de vacaciones en plenos rebrotes que ponen en solfa la sanidad del populacho porque ya justifica su responsabilidad con alguna reunión por streaming con sus dos cabezas destacadas pura calamidad que amplifican sus aparatos de propaganda y publicidad convenientemente. Pero el Imponente, de lo que no se ha enterado, es de lo que insinúa el titular, de que por mucho menos dinero al erario público, por tierra y no por aire, podría allegarse a un veraneo mucho mejor si viniese a nuestras rías, hablando de mar, claro. Pero será mejor que esta sencillez de vida que puede apreciarse en algunas de nuestras playas como la de Tuia siga dejándose para los que apreciamos las aguas atlánticas y arenas limpias contando a las espaldas con buena naturaleza arbolada y verde como es Galicia.
Por qué no envidio las vacaciones del “Imponente”
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