La imagen es de esta mañana. En la calle del Paseo de Ourense. Es Pablo leyendo la prensa en un banco. ¡Qué rareza! y ¡qué belleza!. Una pena que haya que pasar por la calle peatonal más importante de la ciudad para encontrar a una persona de edad avanzada bien sentada en un banco. Una pena, porque precisamente en la calle donde vive Pablo, por ejemplo, no hay ni uno. Pero no importa que se llame la calle Cardenal Quevedo o sea avenida Habana, o muchas otras, porque el caso es que la mayor parte de ellas tiene máquinas de ORA en lugar de asientos para personas, y ya es hora de cambiar el estilo de vivir la ciudad. Dirán ustedes que tampoco es para tanto, y claro que no nos va la vida en ello, pero humanizar los lugares que habitamos es fundamental para otro tipo de bienestar más real aunque sencillo que el provocado por otro estilo de convivencia. Pensemos por un momento, y aquí le hacemos una llamada clara al Ayuntamiento con su alcalde a la cabeza, que hay otros mayores, como Pablo el de la foto, que tienen las piernas más tocadas que el amigo que se allega al Paseo, pero sí debieran tener el mismo derecho a sentarse en un banco de la calle que le fuera accesible a pocos metros ¿o no? Pues eso, que a ver si llegan las obras que nos prometieron (mucho me contaron del eje peatonal de Lagunas hasta Avenida de Zamora como arteria principal de norte a sur de la ciudad) de peatonalizar calles, y así poner bancos de los amables. Esto sería humanizar, y no arrinconar a nadie que parece que nos estorban (así le escuché a otro mayor decirle a su compañero “… y es que somos una carga…”. Hoy no me extraña que lo piensen, no por los bancos que no hay sino por las muertes exageradas en la cuarta edad.