Hoy hablaba con Manolo Janeiro, lamentablemente por teléfono, y nos contábamos como llevamos el confinamiento. El es un afortunado en cuanto a su situación habitacional pues tiene una magnífica casa, por cierto diseñada por él mismo, cuyos espacios son amplios y luminosos; además, una buena finca llena de vegetación y arboleda abierta al campo que se extiende como el mejor decorado a sus pies. Por mi parte no tengo queja aunque me limiten ciento diez metros cuadrados, pero aquí ya tengo una memoria con la que dialogar suficientemente y la literatura que me daría para estar entretenido hasta la muerte. Nos decíamos qué afortunados por no sufrir de angustia y desazón que puede sufrir cualquier otro, o que podemos sentirla mañana también nosotros, pero coincidíamos que nos faltaba a ambos algo, por ejemplo, vernos de vez en cuando para comer juntos y charlar un rato de cualquier cosa, o para encontrarnos con otros amigos con los que departimos periódicamente. Y cierto es que se echa de menos y mucho, por ejemplo, esa tertulia que tenemos en elcercano unos pocos cada día a las diez de la mañana. Fijos, fijos, Santiago Lamas y yo; después Manolo Montero es el más fijo del resto, eso cuando no tiene que trabajar para el fisco que lo invoca continuamente al igual que deja su bendición apostólica cuando tiene que irse antes que el resto; fijo, si otras tertulias se lo permiten, porque su sociabilidad es tan expansiva que se reparte entre varias tertulias de la mañana, pero bastante fijo es el gran Willy, que normalmente “eleva el tono de la conversación” y no solo el de decibelios sino el de opinión política. Y cuando les cuadra, a Alfonso Mato cuando está en Ourense y abandona Santiago de Compostela por un par de días, a Xandre cuando sale de guardia que es la fecha más propicia, o el mismo Manolo Janeiro. Quienquiera que sea y esté lo pasamos bien, simplemente charlando, que ni siquiera tomamos el café a veces; lo que interesa es la reunión y el encuentro, ésto que hoy desgraciadamente no tenemos y que yo, particularmente, echo en falta.Incluso echo en falta en las raras ocasiones donde la discusión política es elevada, sobre todo cuando los viernes vienen otros que pegan duro, cuales Ruti y Chicho, porque Parras y Tino son mas moderados, eclécticos (bueno, Parras se inclina hacia un lado pero no discute demasiado, cuenta coches y mira para otro lado).
Pero, insisto, aún cuando surge la discusión política, nunca sale del tono regulado por la amistad y conocernos todos, pero si se mezclase incluso la cuestión franquista por parte de alguien, se levantaría la voz de Aute en “Re-quiebro pipi” para golpear duro la sesera con su contundencia; “entre meapilas franquistas y cagapilas antifranquistas seguimos sin salir del pilón de la cateta franquicia heredada. España de mis cojones ¡cuánto te odio!. Así que, ¡cómo no echar de menos estas tertulias!
Pues eso.