Hoy hemos subido en “Los Tres Rincones” las referencias de Benito Fernández, periodista y escritor cuyo libro último de la vida de Sánchez Ferlosio se ha convertido en libro obligado para conocer mejor al gran escritor ya fallecido. Pues bien, Benito me envió una foto de la Facultad donde se le ve a él con melenas, acorde a su etapa político revolucionaria, como era la de tantos otros en los estertores del régimen anterior. La pinta lo dice todo.
Pero de pintas ibamos bien servidos también otros, que no participábamos activamente en luchas políticas -aunque se corriera alguna vez delante de los grises ¿quién no lo hizo entonces?- sino mas bien nuestro rollo iba de anticipo de movida madrileña, abriendo la comunicación de la Facultad de Periodismo más a las relaciones humanas que al ámbito profesional futuro o preocupación similar.
En la foto de Benito solo lo reconozco a él, pero en la mía, además de reconocerme a mí mismo, el que se esconde detrás de mi es Luis Peña (hijo del actor), un cachondo en toda regla, está Begoña Díaz la pontevedresa que parte de su título sabe ella bien a quien se lo debe, mi querido amigo y colega Manolo Calderón, con quien pasé tantos años y tan unidos, María José Guerola y otra mujer que no recuerdo ahora bien. Pero de María José sí me acuerdo pues se colgaba mucho de nuestro hombro durante una época en que nos llevábamos muy bien; con ella me ocurrió un detalle desafortunado hace unos años en la calle Preciados de Madrid; estaba ella de locutora grabando entrevista en medio de la calle para un programa de Pepe Navarro con quien trabajaba entonces cuando la vi y esperé a que finalizara para saludarla; habían pasado veinticinco, o treinta años, de esta foto de los dos delante de uno de los muros ilustrados de la facultad; por la complicidad que vuelvo a observar hoy en la fotografía, mi reacción de efusión fue lógica y es la típica de cualquiera que se reencuentra con una amistad perdida en la distancia del tiempo transcurrido. Pues bueno; mejor dicho, pues malo, la frigidez del contacto fue desagradable, casi ni me habla, como que no se acordaba, me dijo en un primer momento, algo imposible desde el punto de vista de su brazo por mi hombro, a no ser que tuviera alguna patología de la cabeza que afecte a la memoria, porque es inaudito no sentir ni pizca cuando has sentido mucho y durante varios cursos. Pues eso, tan cortante estuvo cual frígida que te hace desempalmar tu ánimo rápidamente. Al final, ya si, yo era el gallego que hacía de modelo, pero sin pronunciar mi nombre y otras tonterías que ya no atendí porque di media vuelta y me fui. Había mucha más gente en la calle Preciados, mucha gente que conocer…
Fuera de anécdotas personales, el periodismo que soñábamos entonces las primeras promociones de la Facultad de Ciencias de la Información, nada tiene que ver con el de hoy. La libertad, independencia y objetividad eran las máximas primeras que debíamos tener grabadas como cicatrices de sangre en la mano que informara. Habíamos estudiado una asignatura que se llamaba “Empresa Periodística” pero en ningún momento chocaba con los tres principios donde asentábamos nuestra vocación. Hoy, lejos de allí, da pena la falta de independencia y libertad de expresión. Dime en qué periódico escribes, y te dirá cual es el sesgo que debes emplear para no perder tu empleo. Pero bueno, ya hablaremos de esta profesión en otro momento, porque, de lo contrario, a mí no me lee ni dios, y es el máximo de caracteres es obligado para que no cliques inmediatamente en lo que te separa de estas líneas.
Llegó la factura de la luz
Pues sí, casi igual que el pasado mes. No voy a explicarla porque no hay quien la entieda, a la factura, claro, pero ellos siempre ganan. Aquí, pese a que solo abrimos de lunes a viernes, de 17:00h a 22:00h, y que desde el día 11 de marzo no volvimos al negocio, o sea, a elcercano, por culpa de este confinamiento, la factura viene practicamente igual que la pasad, porque hay los mínimos que te aplican y que siempre te sacan la pasta. ¡Qué pena! Cuando está muchísima gente tratando de arrimar el hombro, éstos, las Compañías Eléctricas -al menos, la mía- te arriman una hostia que te dejan calentito hasta el próximo mes, que te la volverán a dar. Pues esto es una de las cosas que debe corregir la economía, los abusos de imperios, pero para ello no puede haber puertas giratorias entre Consejos de Administración y políticos que han sido y son.