El Domingo de Ramos
Hoy salí por primera vez convocado por la curiosidad que en su día despertó mi vocación periodística. Las calles vacías me hicieron pensar lo importante que son los demás, porque mira que a mí no me gustan las masas, soy de círculos más bien pequeños, pero de ahí al hueco de querer mirar ojos y que no existan, pues la verdad es que resulta un tanto triste.
Me duró poco aquella vocación, al menos así lo creí entonces, tan poco como la experiencia de becario “algo” explotado y dejado de la mano de redactor compasivo; debido a la feliz pero pronta circunstancia de tener que ganarme el pan cada día no sólo para mí sino para mi nueva familia, la cosa duró lo que duró. Después estuve vinculado a la comunicación en distintas etapas pero siempre como freelance, o sea, siempre independiente del medio que me contrataba o con el que colaboraba puntualmente. Debido a mi carácter -el mundo me hizo así- no creo que pudiese durar demasiado en ninguna empresa ajena, sobre todo a las órdenes manu militari de cualquier línea editorial. Pero, claro, en elcercano me siento en casa, nadie me corta y digo lo que pienso, a veces sin pensar en lo que digo, aunque prefiero esto último que ser un reprimido extremo; así, por “elcercano” y su página web, tan modesta pero que cuenta con doscientas visitas diarias de personas interesadas –para mí son muchas-, amén de gente colaborando con ella desinteresadamente que para sí quisieran periódicos y revistas profesionales (tanto quisieran digo, y digo bien, porque a algunos que comenzaron en elcercano a escribir artículos asiduamente, como Chesi o Jacinto Seara, los ficharon rápidamente diarios gallegos; y que conste, no nos importa, porque aquí sabemos quiénes somos -Mareos o Lezamas de la palabra- y la nostalgia forma parte de nuestro ADN, como lo es también del romanticismo que algo se nos pega); así, por elcercano sentí recuperar hoy una parte de mi vocación ante el anuncio recibido del Obispado de Ourense que convocaba a los redactores gráficos de Ourense a cubrir la misa del Domingo de Ramos en la Catedral vacía, de un vacío sepulcral de público.
Hasta allí me fui, con mi credencial que el Colexio de Xornalismo Galego me extendió (muy importante en este tiempo tecnológico y gráfico para poder discernir quien ostenta el título del que no; otra cosa es la necesidad del mismo para poder contar lo que sea, pero eso es harina de otro costal). Llegué, vi y …vine tras hacer unas fotos y dejarme imbuir por esa sensación única que propician momentos históricos que nos está tocando vivir; ser consciente de una entrada de Semana Santa, en el lugar más importante en Ourense para ello, con un Jesucristo sin palmas, niños, ni bienvenida de su pueblo cristiano, es algo que tenía que vivir. Por culpa de algunos curas, Cardenales o Rectores de Órdenes seculares, mi fe vive arrastrada por los suelos pero ello no significa que no la vea en otras personas que además la necesitan como consuelo humano vital, personas mayores fundamentalmente, por ello mi respeto, al igual que a la propia figura de Cristo, que si no existió habría que inventarlo, como pasa con el Quijote.
Al volver, regresé con parada en elcercano y ahí vi como pierde musculatura cualquier lugar inhabitado obligatoriamente. Se descolgó la tela del ventanal de la entrada, los libros del chambo están caídos por los suelos, el papel de relleno de alguna caja de libros abierta reposa encima de la barra, el polen cubre toda la entrada como un manto verdoso que mete miedo, luces apagadas, sin música… Me fui deseando volver para hacerlo revivir, que lo haré, si el coronavirus nos deja.