Hoy hemos ido a negociar a Pontevedra la distribución de los libros que publicamos en elcercano. Porque, la verdad, nos tiene un poco desbordados la burocracia natural y lógica de servir a quienes nos hacen pedidos, sin contar con una estructura mínima que nos estresa y ya sabemos lo que dice el médico, no es bueno para la salud. Después de dudas sobre el particular, nos hemos decidido y está hecho, así que ahora a replantear la división de ediciones elcercano para poder rentabilizarla mejor, lo que espero. Pero bueno, ese era el objetivo primero de haber viajado por la carretera nacional de siempre, esa que nos lleva por lugares comunes pero ya olvidados, que nos detiene en Soutelo de Montes para hincarle el diente a su famoso pan, que, por cierto, no sabemos si estaba fresco, pues la panadería de siempre está cerrada, al igual que la de enfrente abierta por la escisión entre hermanos. La carretera nacional citada nos llevaba desde Ponte Bora, antes de Pontevedra, a otra Ponte, Caldelas. Pero también otra gestión que supone disfrute por compartirla con dos personas apreciadas y de las que siempre se aprende, Manolo y Santiago, Lamas y Janeiro. Un paseo por el casco antiguo que nos lleva por esas hermosas callejuelas a comprobar como sigue
abierta La Chiruca, otra distinta a mi cuñada Chiruca a quien vi en plena tarea funcionarial atendiendo al usuario de la Seguridad Social durante dos minutos para darle un beso y verla (a veces nos llega simplemente un ratito para no sentirnos vacíos de estar cerca excepcionalmente y no llenarnos con su vista), en donde se reunían intelectuales de otra época que Santiago recuerda. Después a tomar un vino al Carabela, con su fresco de siempre, pintado por Pepe Conde. A comer y a un clásico a tomar café, el Blanco y Negro. La anécdota fue un apretón, pero esto no importa. Lo que si nos importó fue la discusión y cambio de impresiones de cuatro finalistas del premio de poesía elcercano. Falta una opinión más que no estaba presente, pero la cosa está muy reñida y se pospuso para una segunda lectura individual a fin de volver a debatir sobre el tema. Echamos de menos a Chesi, que ya no está en el Jurado porque así él lo decidió, pero cómo no hacerlo después de haber apoyado tanto antes este modesto pero al tiempo preciado premio. Volvimos por la autovía, llena de lluvia y niebla, pero con la satisfacción de dedicarle tiempo e interés a las cosas que nos traemos entre manos.