Es el sol que no acaba de imponer su tradicional criterio en este tiempo de estío. Se oculta demasiado tras las nubes continuas que demasiados días traen lluvia. El verano está siendo fulero, claro está, desde el punto de vista, o mejor dicho de posición del que va a la playa para su mejor descanso y distracción. Y eso que en la playa y momento que nos toca vivir hay que soportar la obsesión por entretenernos y meternos ruido de fuera los que nos gobiernan, ¿será para que no pensemos mejor y nos levantemos a darles una patada en el culo? Es muy difícil concentrarse en un libro, por ejemplo, actividad que no hace daño al prójimo y sí beneficia mucho al que coge el vicio, si surge el zumba del chiringuito que tiene como norma hacernos bailar esa música a narices a toda la playa en su entorno de quinientos metros al menos; cuando no escuchas desde el campo de fútbol en el otro extremo de la playa rapear con todos los watios que les sale de la imposición para escucharlos aunque no quieras; por no contar ya a estos nuevos horteras que han sustituido el transistor en la playa por un altavoz moderno por bluetooth y que te hacen escuchar el “despacito, despacito…” que te toca las orejas más de la cuenta (Ay, Pascal Quignard, que no te leen). ¡Ah, que iba a hablar del verano fulero climatológicamente!, pues sí, que no puedes contar con la rutina de bajar a la playa cada día a recibir tu sesión de vitamina D que le vendría muy bien a estos huesos cansados o descalcificados un tanto; ni que decir tiene que ese placer de calorcito natural directo sobre la piel también deja de producirse en un tiempo que está indicado precisamente para desconectar de la obligación y el sacrificado trabajo del año (el adjetivo casi es obsceno es estos tiempos de paro, pero…, uno habla de su vida y experiencia). Este tiempo me traslada de espacio, a la busca de otro clima más apropiado a la estación del momento, a pesar de que cada día nada asegura que todo lo anterior que permanecía normalmente lo siga haciendo: cambio climático que seguimos sin creérnoslo totalmente. Además del clima y los ruidos incontrolables, o controlados por una pobre mentalidad política, las algas nos atacan con sus mosquitos e insectos rabiosos con el ser humano sin que las autoridades hagan nada por recogerlas (antes aún había tractores de particulares que las recogían para llevarlas de abono a sus tierras, pero no hay tierras o personas que las trabajen para que siga ocurriendo esta actividad coyuntural); como no hacen nada frente al campismo que cada día conquista mas y más terreno de aparcamiento frente a la playa, espacio no preparado con servicios y por el que no tributan nada disfrutando de las mejores vistas que tapan a los propietarios que pagaron sus casas a precio de oro que se paga ver el mar desde la ventana; y no es justo, pero tampoco parece que a nadie se le ocurra pensar en ello. En fin, parece que sale el sol y cierro la ventana, no vaya a ser que tarde un poco y vuelva la nube fiel a este año veraniego. Saludos desde Playa América.
- Sección: Noticias
- Publicado el 4 agosto 2019
- Por Moncho
Un verano climáticamente fulero.
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