Pues hoy me fui al cine. La película, simplemente entretenida sin otro interés ni para mencionarla. Pero el caso fue que cinco minutos antes de que comenzara me encontré solo en la Sala. ¡Joder, qué magnífica impresión! Toda para mí, sin palomitas ni otras mierdas de esas que la gente compra por kilos para meterse en la barriga mientras el resto de los sentidos están prestos a digerir la película. Me sentí por un momento ¡multimillonario!, todo un enorme espacio desaprovechado para mi egoísmo innato y necesario para hacerme tan rico y no compartir. Solo fue un momento. Porque entró más gente y se acabó ese instante, tal puntual pensamiento. Lo mejor de todo es que no me importó un bledo. Porque me olvidé en cuánto el primer fotograma ejerció como salvavidas para el náufrago que comenzaba a hundirse con pesados pensamientos. The End.
Cine
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