He recuperado una foto de antaño, bastante antaño por cierto, para verme reflejado y así impulsado a seguir luchando por cambiar un mundo que … ‘no gusta, abuelo’, expresión directa de un pequeño de dos años cuando algo no le gusta.
Últimamente Ourense me cabrea y un tanto también me deprime. Sin duda porque está ella misma, la ciudad, ciertamente deprimida. Y hasta que te das cuenta de esto último, y que tú no tienes la culpa de sentirte así porque el mundo te haya hecho triste, o algo parecido, te vienes un poco abajo tratando de advertir tu equivocación; pero no, en muchas cosas te equivocas pero aquí no, el problema está en que la ciudad se vacía, no tiene latido, se ha dirigido a la peña hacia el vacío, se ha desprovisto a la gente de ganas de luchar, y un poco a la manera de Ciro al invadir Lidia, salvando obvias diferencias.
Ciro, en lugar de asolar Lidia decidió conquistarla de otra manera, mucho más sutil y contundente: Estableció burdeles, tabernas y juegos públicos y emitió un bando que obligaba a los ciudadanos a asistir a tales lugares. Esta imposición le resultó tan bien que en consecuencia ya no necesitó usar la espada contra los lidios. Y es que el teatro, los juegos, las diversiones, los espectáculos y otras cosas de mismo rango eran para los pueblos antiguos los señuelos de la servidumbre.
Cambien ustedes ‘Bandos’ por persuasión manifiesta a través de tanta publicidad y propaganda, que tiene doble efecto y meta cuando proviene de las Instituciones políticas, y cambie burdeles, tabernas y juegos públicos, por cursos, talleres, universidad de mayores, y la cosa se va pareciendo. Aquí y ahora tampoco hay guerras, por eso sálvense las diferencias.
La verdad es que ver pasar ocasiones en la ciudad de apoyar a gente con talento que hace música o arte porque alguien le ha metido en la cabeza a la gente más pudiente de Ourense, o sea, a todo aquel que cobra a fin de mes una nómina superior a mil o mil quinientos euros sin tener que cotizar ninguna cuota de seguridad social (al autónomo le han subido 14 euros este año por toda la cara que tiene el gobierno), que le han metido en la cabeza que a estas alturas de su vida él puede ser ese músico talentoso o estudioso que descubra la vacuna contra el cáncer, o que puede hablar varios idiomas por si sale con el Inserso algún día al extranjero, porque el caso es ponerse a ello, supone no apoyar a los verdaderos talentosos porque, simplemente, nos han engañado.
¡Vaya por dios! A esa población que no está envejecida pero si jubilada con una pensión, insisto, suficiente para vivir bien en Ourense, la han convencido con el todo gratis, o casi, que llegó su momento, y ésta, entretenida en los salones que los organismos que los envuelven ponen a su disposición (léase Concello, Universidad, Diputación, Fundación bancaria, Estado y demás) va cerrando su pensamiento a otra vida real y más solidaria con las generaciones que le siguen. Personas prejubiladas de la banca, médicos, profesores, abogados, y demás profesionales en edad maravillosa para seguir echando una mano a lo que viene detrás ceden al Poder el poder total, hasta el de decidir lo que está bien y está mal, optando por los caminos cómodos del entretenimiento en lugar de los que procuran mayor justicia social, a mi modo de ver.
Sí, deprimido algo sí que estoy, porque no hay reacción a este dislate de acaparar desde lo público toda la capacidad de aporte para que salga adelante lo privado, que normalmente no tiene tiempo ni siquiera para reflexionar donde está la trampa pero que si algún día la advierte colectivamente va a arder Troya, no Lidia.