Después de La Central siempre habrá un El Real, y otro, y otro, etc… Me refiero al Café El Real, porque en el breve plazo de tiempo que va desde su inauguración (aproximadamente, dos semanas), ya han pasado por elcercano a lamentarse e indignarse varias personas entre las que destacan fundamentalmente dos y por razones diversas.
Una, la primera, que me comentó el tono hortera de este local tradicional que se ha querido convertir en moderno paleto del que se lleva en otras capitales importantes, se quejó de que corran sus ventanales a ciertas horas y traspasen a las terrazas del resto de locales de la calle la música machacona y de chunda-chunda (seguimos con lo hortera y choni) con lo que el remanso de paz entre las piedras de esta calle enfrente de Santa Eufemia se ha acabado.
La otra, segunda persona que se ha allegado especialmente hasta aquí para comentar el tema, denuncia la decoración de la reforma, que rompe con una línea tradicional de café antiguo y que se conserva en el resto de los locales próximos, tales como El Latino, Bohemio o Miudiño. Aquí, ni PERI ni hostias, ni creadores del negocio con gusto que de la mano del arquitecto Juan Cabanelas (seguramente no haya podido convencer a Castor y María José, cuyo estilo está marcado por la influencia de la moda de locales que se llevan en otros lugares con el único propósito de facturar al moderno que no se entera), aquí la desfeita está hecha y ya veremos si no es contagiosa y acabarán con una zona de café y copa de sabor tradicional. Por nosotros, egoístamente, que sigan por este camino, solo nos puede ayudar a resaltar el valor del café como lugar de encuentro para la conversación, lectura o escucha de buena música. Que sigan, que sigan…
Por supuesto, hoy no vamos a entrar en La Central porque para ésta hay de sobra y ya se habla de proponer su derribo ante la falta de motivos por los que en su día se autorizó la construcción de este galpón.