Hay quien escribe para manifestar su capacidad literaria, otros lo hacen para dar a conocer los avances de la ciencia o la tecnologia, otros para explicar las estrategias politicas o economicas, otros en fin, para dar su visión del mundo e incluso del mas allá….
Quiero aclarar que ni estos motivos, ni ningun otro, son los que me inducen a mi para hacerlo.
Normalmente la gente necesita estar motivada para hacer cosas, y cuando no lo está hay que tratar de incentivarla, ilusionarla con lo que va a recibir a cambio su ego : Dinero, reconocimiento de los demás, realización personal…Sin seguir este esquema clásico del condicionamiento operante, el ego no podria subsistir. A la persona normal le pareceria que la vida no tiene sentido, y probablemente cayese en la depresión y angustia existenciales.
En definitiva estas postrimerias de la persona normal, tienen su origen en que no recibe nada a cambio de lo que da, y eso hace que no tenga satisfacción en nada de lo que hace, lo cual es una de las caracteristicas de la depresión. Que lejos estamos de ese Amor que precisamente se definiria como: “Dar a cambio de nada”. El que eso hiciese seria feliz en todos sus actos, motivados o no. Incluso, en el amor humano, aceptaria a su pareja tal como fuese, y no como a su ego le gustaria que fuera. Pocos son los que verdaderamente aman, pero muchos los que quieren ser amados.
Nos pasamos la vida buscando certidumbres, y por mas golpes que esta nos da y nos deja postrados en la incertidumbre, no damos aprendido la lección, y seguimos en tensión a ver a que podemos aferrarnos de nuevo, que nuevas expectativas podemos tener. Creemos que si nos rendimos completamente, rechazando las aspiraciones del ego, seria el caos, el fin de todo, y como eso nos horroriza como la muerte misma, aunque en el fondo del fondo sintamos algo que esto es asi, en el transfondo de la realidad verdadera, posponemos el cambio de actitud que esto implicaria una y otra vez…Por el contrario aquellos que ya no necesitan de las motivaciones e ilusiones del ego para vivir, no es que estén desmotivados, como pudiera pensarse desde el pensamiento egoico normal, sino que su mentalidad está mas allá de la percepción dual de motivación- desmotivación. Son personas realmente libres, aunque vivan igual en el mundo condicionado de sus semejantes, e incluso acepten igual sus condicionantes, aunque paradogicamente no les condicionen, al menos hasta al punto de marcar una directriz determinada en su vida, aunque esta sea en el mejor de los sentidos aparentes que se le pudieran presentar. Esto solo puede ser asi cuando el verdadero sentido real de la vida se ha encontrado ya. Entonces ya no hay nada mas que buscar ni expectativas que tener. Uno tiene todo lo que necesita, pues en la totalidad no cabe mas nada y sin embargo está abierto a todo, tanto a la certidumbre del cálculo lógico, como a correr la aventura de la incertidumbre de las circunstancias, que están fuera del cálculo, con la misma serenidad. Este hombre no propaga ningun paradigma de la Verdad. La vida misma que él vive es su paradigma imposible de enunciar, por lo que no necesita de verdades externas sean del tipo que sean.
Solo se puede vivir asi cuando nuestra discutidora mente se ha calmado y encuentra ese “espacio Vacio”, en el que por fin puede descansar de verdad. Entonces comprende que todo, absolutamente todo, proviene de ahí. Que nada se puede conseguir realmente, sea lo que sea, por y para el ego, aunque aparentemente parezca lo contrario. Es mas todas esas cosas que aparentemente se consigan asi, van a crear una entropia que, mas tarde o mas temprano, se volvera en contra de los que asi las consiguieron.
El hombre está empeñado continuamente a mayor o menor escala, en controlar o poseer a otras personas o cosas, sean bienes materiales o inmateriales, sean familiares o amigos…, entrando asi en el juego de una falsa vida de acción-reacción, de unos con otros, por eso queriendo buscar el encuentro en armonia, como en una verdadera vida, lo que se encuentra es la reactividad de los demás. Asi si que se produce el caos que él temia, si dejaba la aparente protección de su pequeño ego, ante el mundo circundante de los demás.