El vacio mental o ausencia de mente, al menos durante la práctica de zazén o de la meditación taoista o de cualquier otra meditación si es auténtica, es un tema que considero ya suficientemente tratado en mis dos obras anteriores. Igualmente todo el proceso evolutivo de la Via ascendente y descendente, comparable a la trayectoria parabólica descrita por un objeto lanzado hacia arriba, para explicar todo el proceso interior de la vida, mística o no.
Pero una vez que la Via se ha completado y el sujeto vuelve al punto de partida, y aunque interiormente ya es un ser vacio de ego, que no busca nada, que ha quedado conforme y satisfecho consigo mismo, exteriormente todo sigue aparentemente igual. En el Zen se dice: “Antes las montañas eran las montañas, despues las montañas ya no eran las montañas y por último las montañas vuelven a ser las montañas de siempre”. Pero hay una coletilla que dice “…Pero estas últimas ya no son como las primeras”. Aparentemente hay una contradicción lógica muy clara, pues o se vueve a estar como antes o no. Pero a estas alturas el lector creo que sabra resolverla con facilidad. Pues aunque quiza no haya aún unificado los antipodas mentales en la vida diaria, por lo menos del todo, es posible que en su práctica diaria de la meditación, haya tenido momentos de darse cuenta que las cosas no son un blanco o un negro. Que solo hay un gris, y que somos nosotros mismos los que unas veces las cargamos tanto que resultan un negro aparentemente, y otras las aclaramos tanto que lo vemos como un blanco.
Nuestro hombre, en su nuevo estado de conciencia, se mueve en la vida con mas fluidez y serenidad que antes, pero sigue utilizando su conciencia racional, para las cosas corrientes sobre todo, exactamente igual que antes, usando su nueva conciencia transracional solo cuando lo considera necesario y casi imperceptiblemente para los demás, por lo que nada en él lo hace aparentemente distinto, y aunque se le puede notar mas fluido y vital, mas ausente de enfermedades o superando bien las que antes pudiera tener, sin conflictos o preocupaciones como los demás, estos en general, imbuidos en su monótona “normalidad” nunca lo van a atribuir a ninguna causa distinta de las que todos sabemos: la genética, “la suerte”…que ha madurado… , con lo cual se cierran a si mismos toda posibilidad de mejorar mas ellos mismos, por su pertinaz incredulidad.
Este nuevo hombre que aparentemente en nada se diferencia de otro cualquiera, y que sin embargo es profundamente distinto, tampoco es ya un hombre de la Via, su recorrido parabólico ha concluido. Entonces ¿Qué o quién es este nuevo hombre?. ¡ Inposible saberlo!. Imposible de ser clasificado. Ni él mismo lo sabe racionalmente, y sin embargo mas allá de la razón el ser comprende al Ser y a su vez, simultaneamente es comprendido por El. Es una experiencia que solo se puede vivir de una manera, pero que se puede intentar explicar de muchas. He aqui algunas :
Para el hombre de la Via meditativa, cuyo proceso ascendente y descendente hemos seguido en la obra anterior, “La parábola de la Vida”, es el momento en que deja la parábola de la vida para entrar en la periferia del CIRCULO FINAL. Le llamo circulo final porque ahora ya no se trata de una trayectoria en la vida, ni tampoco que sea el final de esta, sino que su trayectoria ahora es profundamente estable, siempre termina donde empieza o dicho de otra manera, no tiene principio ni fin, por eso el circulo es indudablemente el simbolo que mejor puede representarla. Es el simbolo del Zen. Pero tanto en la geometria como aqui, en esta metáfora, hay que diferenciar claramente lo que es circulo y lo que es circumferencia. El estado de conciencia al que me refiero aqui, es el de la persona que ha llegado a circular por la circunferencia. Su vida ya no tiene problemas internos. Vive sano y felizmente, y muy probablemente mas tiempo del “normal”, que es todo el tiempo normal y natural que le corresponde vivir. Desde esta circunferencia en que vive, puede asomarse, a veces, a su interior o sea al CIRCULO FINAL, esto es, al NIRVANA : “Final de la vida y de la muerte”.
En este estado de conciencia no hay mente pero tampoco hay no mente. Lo cual equivale a decir que no hay pensamiento pero tampoco hay no pensamiento, y tampoco se trata de Iluminación sin apego a la Iluminación, porque tampoco hay Iluminación ni no Iluminación.
Solo hay la Realidad tal como es, y en ella hay un sujeto inidentificado que la sigue automatica y naturalmente de forma inintencionada, o sea sin finalidad alguna, pues es esa Realiad tal como es la que lo dirige.
Otra forma de intentar explicarlo es como una bioretroalimentación macrocósmica, es decir que el sujeto se estaria retroalimentando a si mismo continuamente, a través del Cósmos, al haber tomado conciencia de Él en si mismo. Esta seria una forma de explicar lo mismo, a la manera occidental, de la Alquimia Taoista.
Otra manera es la de la psicosintesis. El buscador que iba tras la Verdad por el camino del Amor, como nos indicó Jesucristo, se encuentra al final de toda su trayectoria o recorrido posible, con el estado contemplativo o meditativo, y al revés el que iba por la Via de la meditación, al llegar al CIRCULO FINAL se encuentra tambien con el Amor que no busca nada a cambio.