Que triste era mi barrio
Pues no es verdad, no es que sea triste sino que esta ninguneado por los señores de las fiestas y alienamiento de la población ourensana. Trabajamos en un negocio de café cultural que, si de por sí cuenta con el natural aislamiento propiciado por su naturaleza -la cultura no interesa casi nada-, a mayores suma el inconveniente grueso de que toda la fiesta se la llevan a los mismos sitios de siempre. Aburre la discriminación