Ourense, ya, manos a la obra
NO podemos seguir así. Ese síndrome de ventanas rotas aplicado a las pintadas ya está tan extendido que amaneces un día con una fachada recién reformada y limpia ensuciada por este o estos gilipollas que campan a sus anchas por falta de vigilancia y persecución. De siempre nos moló mucho esto de no reprimirnos, recuerdo una ocasión en Madrid estando en casa de Emi, una chica blanca de Costa de Marfil, con varios amigos, uno que no era precisamente amigo y pasaba