POUSSIN/ La mesa/ BALTAR/
¿Habrá algún historiador del arte que reproche a Poussin haber malogrado la oportunidad insigne de su vida, cuando declinó el encargo oficial, que se le hizo en 1642, de decorar los inmensos techos de la galería junto al río, en el Louvre? Prefirió, tras algunas pruebas, abandonar ese taller que le hacía desgraciado, y las discusiones sin fin con los altos funcionarios de la Corte, para regresar a su modesto alojamiento de Roma y pintar,